[GRAIN]
Durante los últimos 20 años, la compensación de carbono ha sido una barrera para acciones reales contra el cambio climático, ha dado origen a violaciones a los derechos humanos y de los pueblos originarios y ha provocado daños graves a las comunidades más expuestas a los impactos de las industrias extractivas y a los efectos de la crisis climática. A pesar de esto la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28) que se realiza en este momento en los Emiratos Árabes Unidos va en camino a convertirse en el más grande evento de promoción de los mercados de carbono de todos los tiempos. Durante esta semana, los gobiernos decidirán si van a poner en marcha estos mercados como parte de la política internacional sobre el clima y la presidencia, en manos de los Emiratos Árabes Unidos, realizará varios eventos temáticos para promocionarlos.
Falsas reducciones de las emisiones
El fraude y el daño a las comunidades locales provocados por los proyectos de compensación de carbono han sido ampliamente documentados. Durante todo 2023, investigaciones hechas desde la academia, la ciencia, los medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil han denunciado cómo estos proyectos generan permanentemente falsas reducciones de las emisiones, conducen a acaparamientos de tierra y violan los derechos humanos y de los pueblos originarios (ver más abajo). Ejemplos recientes incluyen el desplazamiento forzoso del Pueblo Ogiek de la Selva Mau en Kenya para dar cabida a proyectos de compensación de carbono y el abuso sexual generalizado en un proyecto de carbono en Kenya, operado por Wildlife Works de Estados Unidos. Durante los últimos meses, Kenya, junto con Liberia, Tanzania, Zambia y Zimbabwe han firmado acuerdos con Blue Carbon de Dubai, que afectan a un total de 24 millones de hectáreas de tierras comunitarias.
Las nuevas fronteras para la compensación de carbono se basan en una carrera por convertir suelos agrícolas así como áreas marinas y costeras en áreas de “remoción”, las que, según las empresas, van a capturar carbono y crear “nuevos” créditos de carbono. Ninguna de estas tecnologías ha probado poder almacenar carbono de manera permanente. Por ejemplo, el cultivo industrial de algas a gran escala está invadiendo los territorios de las comunidades costeras y creando nuevas amenazas para el medio ambiente marino y la red trófica de los mares.
Ola de especuladores
El mercado de bonos de carbono también ha dado pie a una ola creciente de especuladores en torno a la geoingeniería y el caos climático, a menudo perjudicando a comunidades locales y de pueblos originarios. Quienes han elaborado los proyectos de compensación de carbono, los grupos que definen los estándares, los auditores y quienes comercializan los créditos se han embolsado millones emitiendo bonos de carbono que no han reducido las emisiones pero sí han exacerbado la crisis climática. Cuando estos proyectos, muchos de los cuales han sido rebautizados como “soluciones basadas en la naturaleza” o “soluciones climáticas naturales”, se han implementado en zonas marinas y costeras, como “carbono azul”, han obligado a las comunidades locales a involucrarse en costosas y complicadas batallas legales por reafirmar sus derechos, recuperar sus territorios y resistirse a los proyectos. En el Parque Nacional de la Cordillera Azul, en el Amazonas peruano, las comunidades kichwa ya han sido afectadas por un proyecto REDD de alto costo. El Proyecto de Conservación y Restauración de las Turberas de Katingan en Indonesia también está impactando negativamente a las comunidades Dayak. Las “soluciones basadas en la naturaleza” de Total Energies, con base en plantaciones de árboles para producir bonos de carbono en los llanos de Bateke en la República del Congo, territorio de las comunidades indígenas Aka y de campesinos Bantu, es otro caso en que los derechos de las comunidades están siendo violados. En la medida en que estos proyectos continúan con los procesos de despojo de siglos, ahora con justificaciones “verdes”, son en realidad colonialismo a base de acaparamientos verdes.
Los mercados de carbono no son una solución al cambio climático. Lo que se necesita de manera urgente es un énfasis renovado en mantener los combustibles fósiles en el suelo y compromisos por llevar a cabo acciones climáticas reales basadas en la equidad y la justicia.