Jenofa Berhokoirigoin: «Buen regalo de Bruselas a los productores de transgénicos: se acabaron los controles»

Transgenicos Transgenikoak

[Bizi baratzea]

La Comisión Europea tomó el pasado 7 de febrero una decisión importante a favor de la agroindustria: no clasificará como transgénicos a las semillas con genética adaptada mediante la técnica NBT New Breeding Techniques. De este modo, los transgénicos no serán sometidos a los controles, seguimientos y obligaciones realizados hasta ahora. Por fin tenemos ahí un precioso regalo a las multinacionales cuyo objetivo es el control sobre la vida a través de la privatización de las semillas. A los casi 30 años de edad de los Organismos Modificados Genéticamente (OGMs) nos hemos centrado en lo prometido por sus promotores con el objetivo de hacer una pequeña búsqueda.

Sustituir la denominación GMO o GEO (Organismo Genéticamente Modificado) por NBT o TGB (Nueva Técnica Genómica), para diferenciarla de la mala fama acumulada en la base y predecesora. Funciona la jugarreta: la Comisión Europea aprobó el pasado 7 de febrero no destinar hasta ahora las prohibiciones y obligaciones a los transgénicos a los TGB. Votaron 307 a favor, 236 en contra y 41 se abstuvieron. La ponente, Jessica Polfjärd, ha calificado de "histórica" la votación: "Después de décadas de bloqueo, por fin el Parlamento ha votado a favor de la ciencia, la seguridad alimentaria y el sostenimiento de los cultivadores europeos".

Si bien se consiguió popularizar el complejo tema de los transgénicos enfocados en el ámbito científico – porque al final terminan en nuestros platos –, parece que los TGB nos quedan lejos. La denominación de "Nuevo OGM" es la que reciben varios científicos para llamar la atención sobre la relación directa que existe entre ambos. Los productores y partidarios dicen, sin embargo, que al dirigirles una técnica diferente no son transgénicos: si en los OGM se añade un gen externo al organismo, sin añadir nada en los TGB, se desenvuelven la genética del organismo. Esta injerencia es posible gracias a la herramienta CRISPR CAS 9, que sirve para cortar, desactivar o moldear el ADN. Así pueden obtener trigo poco gluten, maíz que puede combatir la aridez o tomates resistentes a determinados virus. Según Polfjärd, "la agricultura es más sostenible, más competitiva y más fuerte frente a las condiciones meteorológicas extremas, además de con menos plaguicidas y menos condimentos".

El 60% de la comercialización mundial de semillas está en manos de cuatro compañías – Bayer, Syngenta, Corteva, BASF – que también tienen el 70% del mercado de insecticidas y herbicidas.

Los detractores, sin embargo, ven una avalancha de riesgos en la votación de la Comisión Europea. En primer lugar, porque no clasificarlos como transgénicos significa que no se harán seguimientos científicos a los transgénicos, y además no sabremos en qué alimentos están, porque no tienen obligación de trazabilidad. Se trata de un "gran paso atrás" en materia de seguridad ambiental y sanitaria, según Greenpeace. La Agencia francesa de Seguridad Alimentaria, Ambiental y Laboral (ANSES) también se ha posicionado en contra de que los TGB no se definan como transgénicos, ya que esta clasificación "no es científicamente justificada".

Además, se desconoce su evolución en la futura extensión natural. Tanto la polinización de las abejas como la propagación por viento son incontrolables en el viaje del polen y por tanto en la dispersión de TGB. A la vista de que no se les va a orientar la trazabilidad, se utilizarán a la intemperie sin que ellos lo sepan – lo cual no es así con los OGMs –. Siempre ha sido la principal preocupación de los cultivadores de producción ecológica y el riesgo sigue presente con los TGB. "Es un día triste [el de la votación de la Comisión Europea] para los cultivadores y la naturaleza", según el eurodiputado ecologista Benoît Biteau.

Casi 30 años de GEO: ¿qué clase de búsqueda?

¿Qué tipo de búsqueda podemos hacer desde que los primeros transgénicos salieron al mercado en 1996? El 10% de las tierras cultivadas a nivel mundial son transgénicas, y la distribución de un país a otro es totalmente diferente: el 90% está en Estados Unidos, Canadá, India, Argentina y Brasil. Cuatro plantas tienen casi monopolio: soja (52%), maíz (30%), algodón (13%) y colza (5%), seguidas en pequeño número por lucerna, beterraba u otras frutas y verduras. En lo que respecta a Europa, se trata de una producción única: el maíz MON810 fue creado por Monsanto (actual Bayer) – en 2010 también recibió la autorización de producción Amflora, pero la perdió en 2013 por no ser de interés comercial y no haber cumplido satisfactoriamente la vía administrativa de autorización por parte de la Comisión Europea –. Podemos encontrarlo en cinco localidades, pero el 95% están en el Estado español y Portugal. Alemania, Austria, Luxemburgo, Hungría, Grecia, Bulgaria, Polonia y el Estado francés tienen prohibida la producción. Sin embargo, pueden importar y actualmente hay comercializados 70 tipos de OGM para comida humana o animal. En cuanto a la trazabilidad, si se compone de transgénicos, los productores deben etiquetarla, pero en el caso de la carne, huevos o productos lácteos de los animales criados a base de transgénicos no necesitan especificar nada.

Oligopolio agroquímico

Aunque nos prometieron que sería el medio de combatir la hambruna mundial, esto no ha ocurrido. Peor aún, han debilitado la soberanía de los cultivadores y eso puede rimar con la pobreza en los pueblos pobres del Sur Global. De hecho, las semillas patentadas tienen que ser adquiridas anualmente, convirtiéndose en dependientes de las multinacionales.

En cuanto a la salud y el medio ambiente, la influencia de los transgénicos no es clara. Si se trata de estudios científicos que prueban los daños, erróneamente, otros advierten de la no peligrosidad. El problema es que encontramos una oposición de intereses en muchos estudios: siguiendo con la investigación del Instituto INRA de Francia en diciembre de 2016 en el Plos One, había una oposición de interés en el 40% de los 672 trabajos científicos analizados. Se trata de investigaciones financiadas total o parcialmente por los productores transgénicos o directamente por estos agroindustriales.

Básicamente, un nuevo informe publicado el 29 de septiembre del año pasado por la ONG Corporate Europe Observatory confirmó la presencia de la no neutralidad en lo que se refiere a los TBG o "nuevos OGM". Las tres principales instituciones científicas que han multiplicado sus declaraciones favorables – European Plant Science Organisation (EPSO), All European Academies (ALLEA) y European Substainable Agriculture Through Genome Editing (EU-SAGE) – han investigado sus vínculos directos con los principales productores de transgénicos, como Bayer/Monsanto, BASF, Corteva o Syngenta. Supongamos que el 64% de los miembros de la EPSO dedicados a técnicas agrarias y el 32% de la EU-SAGE están incluidos en el ámbito de la comercialización de transgénicos, mientras que el 38% de la EPSO y el 23% de la EU-SAGE tienen relación con las patentes sobre transgénicos.

El hecho de que los TGB no se clasifiquen como transgénicos significa que las secuencias científicas destinadas a los transgénicos no se harán y que, además, no sabremos dónde están porque no tienen obligación de trazabilidad.

Por último, decían que los transgénicos supondrían una disminución de pesticidas, pero nada de eso ha ocurrido. En cuanto al cultivo predominan dos tipos de transgénicos: o se añade a la planta la molécula de sujeción a la altura de los herbicidas o se introduce directamente una molécula insecticida para matar insectos destructores. Pero, el propio Monsanto/Bayer tuvo que reconocer que a los transgénicos les han tocado los insectos y las "hierbas bravas". La disminución del uso de pesticidas e insecticidas no se ha producido por tanto, sino que también se ha incrementado por zonas. En consecuencia, dice OGM: Quel bilan? En el artículo (GEO: ¿qué valoración?) Mathilde Soret: "Aunque nada nos demuestre la nocividad de los OGM para el medio ambiente y la salud, el riesgo cancerígeno de algunos pesticidas es claro y no es de demostrar más".

Patente para privatizar la vida

Entre los daños se encuentra la privatización de la vida derivada de la patentación de semillas, que es básicamente lo que persiguen las multinacionales. Actualmente, el 60% de la comercialización mundial de semillas está en manos de cuatro compañías – Bayer/Monsanto, Syngenta, Corteva y BASF – que también cuentan con el 70% del mercado de insecticidas y herbicidas.

Si la Comisión Europea considera que la clasificación de los TGB como transgénicos añadiría trabas al camino hacia la seguridad alimentaria mundial, hay que destacar que el riesgo real es que todas las semillas queden en manos de unas únicas multinacionales. Aunque Bruselas se ha opuesto a la "patentación de TGB vegetales", hay que saber que el problema no lo escatima, porque no ha rechazado la patentación de técnicas de TGB. De este modo, no nos queda más remedio que aumentar el control sobre la vida y, además, sin supervisión institucional y ciudadana.

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